Dentro del sector alimentario, cada vez aumenta más la preocupación por asegurar que los alimentos no van a deteriorarse a lo largo de su vida comercial (condicionada por la vida útil del producto en sí), algo imprescindible para evitar pérdidas económicas y mantener una buena imagen de marca.
La vida útil de un alimento se puede definir como el tiempo que transcurre desde la fabricación/envasado del producto hasta el momento en el cual se vuelve inaceptable bajo determinadas condiciones ambientales. El final de la vida útil de un alimento puede deberse a que su consumo implique un riesgo para la salud del consumidor o a que las propiedades sensoriales se hayan deteriorado de tal forma que el alimento sea rechazado por el consumidor. De las posibles causas que provocan la alteración de los alimentos, el crecimiento de microorganismos y su metabolismo es, con mucho, la causa más importante.
Además, las empresas alimentarias que se dedican a la transformación y elaboración de alimentos, afrontan desde hace unos años el reto de diseñar y poner en el mercado nuevos alimentos que sean bien acogidos por el consumidor. En este sentido se está produciendo una demanda creciente de alimentos con determinadas características, principalmente alimentos “libres de” o “bajos en” (en sal, en grasa, etc.) y alimentos que el consumidor percibe como más “naturales” (alimentos sin determinados conservantes, alimentos mínimamente procesados, etc.). Pero a la vez, existe una demanda creciente de productos listos para el consumo (alimentos preparados y semipreparados), así como de alimentos que tengan un largo periodo de conservación. Por todo ello asistimos, desde hace unos años, al desarrollo de nuevos sistemas de procesado de alimentos y nuevas tecnologías de conservación.
También, hay que tener en cuenta que las exigencias en la cadena proveedor-cliente de la implantación de normas de calidad (IFS, BRC, etc.) es cada vez mayor. En muchos casos, la implantación de estas normas de calidad es condición sine qua non para poder colocar en el mercado nacional e internacional productos alimentarios. Tanto la norma IFS como la norma BRC exigen entre sus requisitos el establecimiento de la vida útil del alimento mediante ensayos de vida comercial basados en protocolos documentados.
Para todo ello, en L.A.B. | Laboratorio Analítico Bioclínico (delegación de Huelva), ponemos a disposición de nuestros clientes nuestro servicio de asesoramiento y servicios analíticos vinculados a los análisis de alteración microbiana y estudios de vida útil en alimentos.
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